Capítulo 1 - Acto 1

Al acercaros a vuestro destino lo primero que avistáis en la lejanía la variedad de edificios que hay en Americh. No tardáis en distinguir decenas de edificios de distintos tamaños, la mayoría ellos de piedra color grisáceo y tejados de paja y carrizo. El bullicio propio de un mercado llega a vuestros oídos y observáis a multitud de personas, que recorren la calle principal de Americh cargando con herramientas, sacos de cereal y bagatelas. A pesar del ambiente afable que presenta la ciudad, en algún lugar sabéis que aguardan los criminales que han convertido la ciudad del libre comercio de Americh en su hogar. Vuestros pasos os han traído hasta Americh por diversos motivos, pero el destino os tiene preparado un giro que cambiará vuestras vidas para siempre, y quizás las de todos los habitantes de Gaïa.

El joven muchacho salió de aquella taberna, con cierta sensación de alivio. La comida no había estado mal, quizás su aspecto era un poco dudoso, pero el sabor era “agradable”. La bebida algo fuerte. Lo que más lo había incomodado era la clase de gente que había en el interior. Ladrones, asesinos, mercenarios, mujeres de compañía y, toda clase de gente de mal vivir. Las miradas lascivas o malintencionadas fueron una constante, así como los insultos y arengas entre los parroquianos. Pero al fin había acabado de almorzar y estaba en el exterior. Estiro los brazos a la par que daba una gran bocanada de aire. No es que este fuera muy puro, pero al menos, era más agradable que el aroma del interior. Cuando sus músculos se destensaron, paseo su mano izquierda por el pequeño bolso que llevaba colgado a su cintura. Sus dedos toparon con un pequeño papel enrolladlo. Se apresuro a sacarlo de la bolsa y desenrollarlo. Lo sostuvo en sus manos mientras lo estudiaba con atención. Era un mapa garabateado muy deprisa sobre un pequeño trozo de papel.

-Menudo artista que estas hecho- pensó mientras sonreía. -Haber. -Dijo en voz alta. - Debería estar más o menos por aquí. - Señalo con el dedo una zona del mapa garabateado en la hoja. Paso su mano derecha por su frente, tratando de recordar algo. Pero antes de que sus ideas se aclarasen, fue empujado sin ningún tipo de compasión por una pareja bastante ebria que salía del local del que instantes antes el lo había hecho. A pesar de su queja, no hubo disculpas, ni siquiera se detuvieron a mirar al joven que habían hecho trastabillar.

- Si, esta ciudad es encantadora, Nolan. En fin, aquí no voy a hacer nada productivo. - Guardo su mapa enrollado en su bolso y comenzó a pasear en la dirección contraria a la que tomo la irrespetuosa pareja de borrachos.

Busco la dirección que tengo anotada. ¿Donde estará este lugar? Llevo horas buscando pero por más vueltas que doy no consigo encontrar el lugar. Me detengo frente a una mujer de mediana edad  que limpia animada la entrada de su hogar. - Disculpe que le moleste, ¿podría ayudarme?. - La mujer me mira de arriba abajo con recelo prestando especial atención al vendaje de mi brazo el cual oculto en cuanto me doy cuenta. - Verá señora estoy buscando esta dirección y no la encuentro por ninguna parte, sería usted tan amable de indicarme como llegar.- Le digo mostrando el trozo de papel. La mujer lo observa sin interés. - Lo siento pero no puedo ayudarte, no se leer.- Responde cruzando la puerta de la casa y dando un portazo dando así por finalizada la conversación. - Parece que la gente por aquí no es muy hospitalaria, aunque no me extraña su desconfianza. - Puedo buscar alguna taberna, seguro que allí encontraré a alguien dispuesto a hablar.

La ciudad de Americh. Ciudad del libre comercio, lugar sin ley y sin principado al que deber lealtad. Me pregunto porque nuestros pasos nos han conducido hasta este lugar. Partimos de nuestro hogar hace meses, en busca de respuestas, información sobre nuestra madre, nuestros orígenes y su destino. Los seres como nosotros, aquellos que los humanos consideran cuentos de hadas y leyendas antiguas, debemos pasar desapercibidos. No llamar la atención, ni mostrar lo que en realidad somos. Por eso mi hermana y yo viajamos encapuchados, pero somos conscientes del peligro que supone que nos descubran. Especialmente la Inquisición. Por ello, elaboramos una poción de glamour, una brebaje que oculta nuestros rasgos sylvain ante aquellos que nos observen.

- Este lugar es un maldito agujero, Kadim. ¿Porque hemos debido venir aquí? Debimos evitar un lugar como este.

- Sabes que no podemos. Debemos encontrar a ese tal Magnus. Quizás el sepa algo de mama.- Explico a Cian mientras observo todo a mi alrededor. Sin duda Americh no es como ningún sitio de los que hemos visitado antes. Cian siempre se muestra cauto y paranoico en exceso. Los sylvain no somos muy populares, bueno, ninguna raza no humana es muy querida entre la mayoría de la gente. La inquisición es férrea en esto. Nos cazarían y matarían si tuviesen ocasión. Pero yo, al contrario que Cian, creo que hay gente que nos comprendería, gente que nos vería como lo que somos, seres vivos, alguien como ellos. - No te preocupes hermano, todo ira bien. Pasaremos inadvertidos.- Cian siempre es muy protector, permanece en un estado de alerta constante.

Esta ciudad es más grandes de lo que pensaba. Por qué habrá venido Nolan a esta ciudad, suponiendo claro que realmente se trate de él. Espero poder encontrarlo antes de que reanude su viaje de nuevo, ya estoy cansada de ir de acá para allá persiguiendo a un fantasma. Además siento que me quedo sin tiempo y para colmo casi no me queda medicina. Suspiro amargamente al recodar eso, ¿por qué en mi avanza tan rápido? Pase lo que pase tendré que viajar hasta Lucrecio para conseguir más aunque no va a ser fácil ni barato así que tampoco estaría mal buscar alguna forma de conseguir dinero. Camino por las calles de Americh sujetando el colgante que me ayudará a localizar al hombre al que busco sin notar nada. Cada pocos metros pregunto a la gente con la que me cruzo si han visto a alguien que coincida con su descripción. Después de lo que me parece una eternidad encuentro a alguien que cree haberlo visto en una taberna, tras darle las gracias me dirijo a toda prisa hasta el lugar. No puedo dejar que se me escape.

Bajo del carromato y pago al cochero. Llevo demasiadas horas ahí metida y tengo el cuerpo entumecido. Observo mi alrededor, es la primera vez que viajo aquí, había oído hablar de Americh y su peculiaridad arquitectónica, pero nunca me la habría imaginado así. Cojo mi mochila y saco de ella una carta. ¿Cómo se llamaba? me pregunto volviendo a colocar la mochila sobre mis hombros y abriendo la carta para volver a leerla hasta encontrar el nombre del lugar donde me reuniré con el misterioso Shadow. Echo a andar sin saber muy bien a donde voy. Imagino que se tratará de una taberna.
Tras un buen rato buscando mis pasos me llevan hasta el mercado el cual está abarrotado de gente. Hay todo tipo de mercancías y la zona desprende un olor a especias y frutas que despierta mi apetito. Decido acercarme a un puesto de fruta para comprar algo que haga que mi estómago deje de rugir. – Hola deme un par de manzanas por favor – digo cuando es mi turno – por casualidad podría indicarme donde se encuentra este lugar. – El tendero asiente amablemente y le tiendo el sobre y un pequeño trozo de carboncillo – Si no le importa hacerme un plano… - le digo con una espléndida sonrisa. – Bien, bien, no se preocupe señorita. – Cuando ha terminado posiciono el plano y pongo rumbo a mi destino mientras doy un bocado a una de las manzanas. – Mmm! Deliciosa.- Veamos si ha llegado ya.

Hace algunos minutos que espero sentado en una mesa algo alejada de la entrada y el resto de los parroquianos de la taberna. Me he citado aquí con la hija de una viejo amigo. Shanna Nicole, a quien pretendo a ayudar en su búsqueda. Se que recientemente ha comenzado a buscar respuestas sobre sus sueños y el significado de sus tatuajes. Creo que puedo ayudarla a descubrir cual es su Sue'Aman.
Bebo un sorbo de mi bebida y cojo algunos frutos de la bandeja que hay en mi mesa. No creo que tarde mucho en venir, pues hoy es el día en que nos hemos citado y la hora esta próxima. Me pregunto cual es el motivo de que su padre, Ángelus, no la este ayudando en su búsqueda y con el significado de su destino. Los viajes del viejo sylvain son propensos, pero Shanna lleva meses viajando, y según la información que he obtenido de ella, no se a comunicado con Ángelus desde hace mucho. Esperemos que no le halla ocurrido nada. Pronto obtendré respuestas y volveré a verla, aunque es muy posible que ella me halla olvidado, en parte por el tiempo transcurrido sin vernos, era una niña, y a causa de mi sangre D'Anjayni.

Percibo las siluetas de los edificios de la ciudad, he odio hablar de esta ciudad, de su diversidad arquitectónica, de su comercio, de sus habitantes. Mi ceguera no me permite disfrutar de sus seguros vivos colores, en cambio yo disfruto del paisaje de forma diferente al resto del mundo, yo lo percibo, lo siento, “veo” su esencia. Mientras estoy sumida en mis pensamientos observo como una pareja que parecen estar borrachos salen de una taberna, empujan a un tercero, quien resulta ser una de las personas que me ha traído a esta ciudad, y se marchan sin una sola disculpa y llevándose una pequeña bolsa que le han quitado al hombre a quien han empujado. Camino en dirección a los ladrones sin llamar la atención y una vez estoy a su altura me choco “accidentalmente” con el que tiene la bolsa robada. - Perdón, que torpe soy.- Digo palpando como si intentara averiguar con que he chocado. - Oh discúlpeme por favor, carezco de visión y no sabía que estaba delante, espero no haberle hecho daño. Lo siento muchísimo.- Los hombres enfadados un segundo antes por el golpe recibido, pasan a ver una oportunidad de conseguir algo de valor. Yo percibiendo sus movimientos intercepto sus intentos de forma torpe e inocente o al menos a sus ojos es lo que parece. Con el alboroto la gente comienza a concentrarse en nosotros lo que me da la oportunidad de recuperar la bolsa que habían robado sin que se den cuenta de ello. - Le pido perdón nuevamente caballero, me marcho antes de que haga otro estropicio, espero no tropezarme de nuevo con nada.- Finjo estar avergonzada por la situación y me marcho en dirección contraria a la de ellos en busca del dueño de la bolsa. No tardo mucho en dar con él. Me pongo a su altura y comienzo a caminar a su lado.

Miro al pobre desgraciado que esta tendido en el suelo sobre un charco de su propia sangre mientras limpio con un pañuelo la hoja de mi katana. Me agacho y cojo su mano inerte, no puedo olvidar el anillo o no cobraré el trabajo. Se lo quito del dedo y lo guardo junto al pañuelo en una pequeña bolsa de tela. Antes de marcharme busco en el armario algo de ropa limpia. – Vaya no esperaba encontrar ropa de mujer. – Me lo pienso antes de coger la prenda, sé que esta ropa es de sus víctimas, el muy cerdo las desnudaba antes de deshacerse de ellas y la guardaba como recuerdo. Es repulsivo, pero no puedo ir por las calles manchada de sangre. Cojo algo sencillo que no llame mucho la atención y con lo que pueda ocultar el arma, me cambio, guardo mi ropa en un bolso y me acerco a la ventana. No veo a nadie fuera así que salgo y bajo ágilmente hasta la calle. Ya abajo camino con normalidad y me dirijo a la posada donde me alojo para lavar mi ropa.
Tras poner la ropa a secar y lavarme un poco decido bajar a la taberna a comer algo. Me ha llevado bastante tiempo quitar la sangre y estoy hambrienta. A estas horas la taberna está llena, aunque por suerte para mí queda una mesa libre. Pido algo caliente y comienzo a planificar que hacer a partir de ahora, tendré que viajar hasta Lucrecio para finalizar el trabajo y no debería demorarme mucho en partir. Mientras pienso en esto miro a mi alrededor por si noto algo extraño, es una vieja costumbre que me ayuda a evitar sorpresas, nunca consigo relajarme del todo. Se me escapa una sonrisa cuando lo veo, que pequeño es el mundo, nunca pensé que le vería aquí. Llamo a la camarera y pido que le mande una botella de vino. Sigo comiendo esperando su reacción.

Sigo avanzando por las estrechas calles de Americh, tratando de localizar mi objetivo. Pasados unos minutos, detecto que alguien camina a mi lado. La miro de reojo y ...¿Lleva los ojos vendados? Sorprendido me detengo de forma brusca.
- ¿Hola?

La camarera me trae una botella de vino. -Es una invitación de aquella señorita de etnia ryuan. Tras eso la observo. Sonrió al reconocerla. Me sorprende verla aquí, no esperaba verla. ¿Cuanto hace de nuestro último encuentro?
- Gracias por la invitación. ¿Que te trae a Americh? Digo en susurros desde mi mesa, pero gracias a mi capacidad ella puede oírme, solo ella.

Aunque él se ha detenido sigo caminando hacia delante. – Hola. ¿Por qué te detienes? Creía que buscabas algo. - Digo con una sonrisa al imaginarme la expresión de su cara y las preguntas que le estarán pasando por la cabeza. – Ah! por cierto creo que esto es tuyo. – Me giro de golpe y le lazo la bolsa que le habían robado. - ¿Seguimos entonces? Aquí parado no vas a encontrar aquello que buscas ¿no crees? – Me giro de nuevo y sigo caminando.

Sonrío al oír ese susurro tan característico. Me giro para que pueda ver mis labios. – Que yo pueda oírte a ti no significa que tú me oigas a mí. – Veo como la comisura de sus labios se eleva levemente, ha leído mis labios. – Ya que no te acercas tú lo haré yo – digo cogiendo mis cosas y dirigiéndome a su mesa. – Estaba aquí por trabajo y a ti ¿qué te trae por esta ciudad?, dudo que estés de vacaciones. -

Una vez que Akemi se ha sentado a mi mesa, le sonrió levemente. -Me he citado aquí con alguien.

Me quedo estupefacto cuando me habla. ¿Como sabe que busco algo? ¿Quien diablos es? Me lanza mi bolsa de oro. -¿He?- Es lo único que soy capaz de balbucear. ¿Me acaba de decir que es mio? ¡Mierda! La pareja de antes, pienso avergonzado.
-¿Quien eres, y que te hace pensar que busco algo? ¿Y como tienes tu mi dinero?

Cuando llegamos casi a la posada, algo capta mi atención. Una sensación extraña, como un escalofrío. Mi rostro palidece, puedo sentirlo, y se que Cian lo percibe también. Observo a mi alrededor con temor a encontrar lo que ha despertado esta sensación. Cuando observo a la causante, me sorprendo. Se trata de una mujer, aparentemente normal, de cabello largo y negro, ropas oscuras y un brazo vendado. Capto enseguida algo en ese brazo, algo maligno, oscuro. Mi sangre sylvain me advierte de la oscuridad que emana de ese brazo. Pero la chica parece diferente, atormentada, dando muestras obvias de querer ocultar su vendaje. Mi instinto me impulsa a querer acercarme a ella. Doy una paso en su dirección.

Cuando nos disponemos a entrar en la posada, algo capta nuestra atención. Miro a mi hermana rápidamente. Ella también ha sentido esa oscuridad, esa maldad creciente. Su rostro a palidecido. Miro a mi alrededor. Pronto localizo la fuente. Una mujer, posiblemente humana. Viste con ropa extraña, a mi parecer, pero lo que mas capta mi atención es su brazo vendado. Aunque trata de ocultarlo, puedo verlo levemente, y sentir la maldad y oscuridad que desprende. Kadim camina hacia ella, pero rápidamente la detengo, cogiéndola del hombro.
-¿ Que crees que estas haciendo? Es una insensatez. Has captado lo mismo que yo. Esa mujer esta maldita.- Mi voz suena firme, autoritaria, mi mirada es intensa, recriminadora. Advirtiendo a Kadim de mi firme decisión.-Ni pienses en aproximarte a ella o hablar con ella, o nada que tenga que ver con esa mujer.

Damaris me dijo que aquí encontraría a alguien que puede ayudarme. Me dijo que era fácil de encontrar, estoy empezando a creer que me mintió. Miro los edificios en busca de la taberna, en lugar de eso encuentro la posada, no es lo que buscaba, pero servirá. Cuando me dispongo a ir hacia el lugar me siento observada, automáticamente oculto mi brazo vendado. Por el rabillo del ojo veo que se trata de una pareja cerca de donde voy. Maldita sea solo es un vendaje, por qué llama tanto la atención. ¿Por qué? Simplemente porque desprende maldad. No es algo que pueda verse a simple vista, pero cualquiera que esté cerca de mí si puede sentir que algo no va bien. Este maldito brazo me va a causar problemas. Arthur vas a pagar por todo lo que has hecho, pienso mientras camino airada hacia la posada.

Me detengo de nuevo. Puede que haya empezado un poco fuerte y no quiero que comience desconfiando de mí, aunque debo reconocer que hacía mucho que no me divertía tanto. – Soy Fiala aunque que eso no te aclarará mucho ya que no nos hemos visto nunca. – se me escapa una pequeña sonrisa negando con la cabeza, eso no es del todo cierto yo sí que le había visto al menos en una de mis visiones. – Con respecto a tu oro la pareja de borrachos de antes se tropezó contigo adrede para robarte. Y ahora pensarás, pero como puedes saberlo si eres ciega o es que estás intentando engañarme. No lo hago. - Digo muy seria, de repente levanto el dedo apuntándole sonriente. - No puedo ver sin embargo para compensar esa carencia he desarrollado mucho mi oído y he escuchado como se jactaban de ello y bueno digamos que les he devuelto el favor. – Me encojo de hombros y sigo caminando esperando que él haga lo mismo. – Sobre que me hace pensar que buscas algo ha sido intuición y por tu reacción parece que no me he equivocado, jiji. -

La taberna se encontraba tan solo a unos minutos del mercado. Estoy algo nerviosa y no sé si ha sido una buena idea venir hasta aquí para reunirme con alguien que parece saber mis secretos. En mi cabeza no deja de repetirse una cosa, ¿correré peligro? Esta persona además de saber quién soy en realidad dice ser amigo de mi padre, aunque él nunca lo ha mencionado. ¿Por qué mi padre le contaría de mí y sin embargo no me habló de él? Cojo aire antes de entrar. No puedo echarme atrás, no he llegado tan lejos para dejar este tema a medias, además puede que ese tal Shadow sepa dónde está mi padre.
El lugar está lleno. Busco una mesa en la que solo haya una persona, se supone que nos hemos reunido solos. Todas las mesas están ocupadas por varias personas. ¿No ha llegado todavía? ¿O es que no ha venido solo? Me acerco a la barra para pedir algo de beber, él sabe quién soy por lo que espero a que se acerque a mí.

Me sorprendo un poco al ver el lugar, pero aun así busco por todas partes a mi objetivo. – Otra vez me ha dado esquinazo. – Murmuro desanimada. Pregunto a varias personas que me ignoran por completo. Solo una chica está dispuesta a ayudarme, a cambio de algunas monedas claro. Consigo averiguar que acaba de salir de allí y que tras tropezarse con un par de borrachos fue hacia la derecha de la taberna. No es demasiada información para haber pagado por ella, me siento estafada pero no quiero problemas, además eso me retrasaría. Salgo de la taberna y me dirijo a mi derecha fijándome en cada persona que me encuentro y pendiente a la reacción del colgante.

-Así que no hay tiempo de ponernos al día, es una lástima. – Me apoyo en el respaldo de la silla. – Tengo que dejar pronto la ciudad y viajar a Lucrecio. – Bebo un trago largo mientras observo a Shadow. Hacía mucho que no coincidíamos y al verlo tenía la esperanza de poder pasar un tiempo juntos. Estoy algo decepcionada e incluso apenada, pero no permito que mis emociones salgan a la superficie.

-Bien, pues...¿entonces a que viene ese extraño interés por mi? No me malinterpretes, es una placer que una chica hermosa y ... bueno, ya me entiendes, que no es desagradable, pero si extraño. Y soy Nolan, por cierto- Digo de forma muy rápida y confusa-Y si, como tu intuición te indica, me dirijo a cierto lugar de la ciudad.

-Siempre hay tiempo para una vieja amiga. Además, quizás tu puedas ayudarme. ¿Cuanto hace que no entras en la Oscuridad? Necesito colarme allí, con la chica con la que me he citado, la hija de un viejo amigo. - Me detengo de forma seca-Hablando de ella, allí esta.- Digo haciendo un gesto a Akemi para que mire a la chica que se acerca a la barra.-Shanna, estoy aquí, acércate, por favor- Susurro de forma que solo ella pueda oírme.