El corredor de la muerte: Carl Mason

Yaces tumbado en un camastro del que tus piernas sobresalen
demasiado. Te cubres los ojos con el antebrazo para protegerlos
del molesto brillo de la lámpara. Mientras ignoras las pantallas de
televisión que hay en el pasillo, fuera de tu celda, tu mente vuelve
al momento en que descubriste a tu marido y su amiguito en
vuestra cama.
Nunca habías perdido tanto el control. De hecho, nunca habías
perdido el control. Pero para cuando eras consciente de lo que
hacías, ya estaban muertos. Te sentaste en la cama y esperaste. Esperar
es lo único que has hecho desde entonces. Esperaste a que
te detuvieran, esperaste al juicio, esperaste al veredicto y ahora,
tumbado en tu celda, esperas a la noche de tu ejecución.
En estas semanas tu mente ha estado atrapada entre el rencor a tu
marido y la culpabilidad de haber matado dos personas. Y en el hecho
inevitable de tu inminente ejecución. Apenas has prestado atención
a nada de cuanto te ha sucedido desde entonces. Te comportas
como un autómata. Firmas lo que te dicen que firmes, comes cuando
te traen la comida, respondes a las preguntas con la mirada perdida
en el vacío y vas de un sitio a otro cabizbajo y arrastrando los pies. Vas
a morir y no hay abogado o recurso que te salven.
Oyes voces que se acercan por el pasillo, pero no les prestas atención
hasta que una de ellas grita frente a tu celda.
—¡Abrid la 9!
Con un zumbido eléctrico y un chasquido metálico, la puerta de
tu celda se abre. Te descubres los ojos y comienzas a incorporarte
antes de que te digan nada.
—Maldito cabronazo, asesino con suerte —te dice el guardia con
una sonrisa, como si te conociera de algo o como si se preparara
para celebrar tu cumpleaños.
Te palmea la espalda amistosamente a la vez que pone algo en
tus manos: un sobre grande con el logotipo de La Cadena que
ya ha sido abierto. El mensaje en su interior te saca del ensimismamiento
por primera vez en cinco semanas: se te concede una
segunda oportunidad que no piensas desaprovechar.
—Quítate las esposas —dice el alcaide al guarda, mientras te sonríe desde la puerta de la celda.

¡Enhorabuena!
Usted ha sido seleccionado para participar en el concurso
número uno de la televisión mundial: Marte eXtremo. Al
alcance de su mano tiene una fama y fortuna inimaginables.
Le esperamos en nuestras instalaciones de Orlando,
Florida, en la mañana del viernes, con el fin de darle a conocer
los pormenores del concurso e iniciar su ascenso a
la fama.

Dada mi actual situación, no tengo mucho que hacer o preparar antes de dirigirme a Orlando, Florida. Ningún familiar ni allegado que destacar, ningún amigo. Preparare lo poco que tengo y me dirigiré a coger un vuelo con destino a Orlando. Gracias a la tarjeta vip ofrecida por La Cadena, los gastos no son un problema. Estoy deseando llegar a mi destino, y aprovechar esta segunda oportunidad al máximo. Carl Mason va a redimirse, o a morir intentándolo... sea cual sea mi destino, es mejor que seguir esperando...

Junto con el mensaje, has recibido una tarjeta
de viaje VIP con la que puedes pagar sin excepción cualquier
medio de transporte, alojamiento o comida. Dispones hasta el
final de la semana para despedirse de sus familiares, montar
una fiesta o dejarle el gato al vecino. Tanto si decides acudir
inmediatamente como si prefieres agotar el tiempo, se te espera
en Orlando, Florida, en las instalaciones de La Cadena,
donde dispones de un lujoso alojamiento hasta la noche del
viernes.



NOTA: Pasa a Últimos días en la Tierra.