Acto 1, Recuerdos

Me acomodo sobre la silla de mi caballo, mientras avanzamos despacio por el camino que conduce hasta su casa. Desde que volví de Jerusalen hace unas semanas, he podido percibir como la gente parece asustada, la ciudad parece estar sumida en un estado de angustia y desconcierto. He oído algunos rumores sobre gente que desaparece, extraños símbolos dibujados por herejes. La guardia trata de mantener el orden y la calma, pera la tensión y el descontento son palpables. Acaricio el pelaje de mi fiel compañero, mientras se detiene junto a la entrada de la casa.

Desmonto de mi caballo y vuelvo a acariciarle, sujeto su morro con calma y me acerco ligeramente. -Para serte sincero, amigo mio, una parte de mi aun esta dudosa sobre esto.- me empuja suavemente con la cabeza - Ya veo. ¿Crees que debo entrar verdad? Bueno, te are caso, pero si algo sale mal te culpare. - digo con una sonrisa y juntando mi frente a la suya. - Espérame.- Me alejo de mi caballo y camino hasta la puerta. Golpe la madera con decisión, pero sin ser brusco.

Llevo horas sentada en el suelo leyendo tan metida en la lectura que ni siquiera he reparado en que el fuego se ha apagado y la habitación está fría. El sonido de la puerta me devuelve a la realidad. Me levanto algo mareada. Últimamente apenas duermo y tampoco me preocupo demasiado de mi alimentación, no dejo de pensar en lo que está ocurriendo en Londres, en esos extraños símbolos. Necesito encontrar su significado, me obsesiona. Cuando abro la puerta de mi boca se escapa una exclamacion de sorpresa y una sonrisa se intala en mi rostro. No puedo evitar saltar a su cuello y abrazarle. Hacía mucho tiempo que no lo veía y temia no volver a verle. - ¡Michael! ¿Cuando has vuelto? Me alegro mucho de verte. Pasa, pasa. Prepararé algo de comer. - Digo soltandome y tirando de él hacia el interior de la casa.

La efusiva reacción de Shira me coge por sorpresa. A pesar de saber perfectamente que es una joven espontánea e inquieta, no esperaba que saltase a mi cuello de esa forma. Apenas puedo evitar que tire de mi al interior. Su actitud contrasta bastante con lo que he visto hasta ahora. - Yo también me alegro de verte. - digo con una sonrisa, y tratando de cerrar la puerta tras de mi, mientras soy arrastrado de forma atropellada al interior. - Veo que sigues igual que siempre.

- Si, supongo que si. - Digo algo avergonzada cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo. - Lo siento, es que me a sorprendido mucho recibir tu visita y me alegro de que estés bien. La última vez que nos vimos tu partias para luchar en las cruzadas, no puedo evitar alegrarme de que hayas vuelto. En fin, ¿que te ha traido hasta mi puerta? -Digo mientras voy a la cocina a preparar algo que comer.

Al notar el rubor de sus mejillas, no puedo evitar ver esa Shira dulce, encantadora y que hace que se me acelere la respiración y el corazón se me agite. Siempre he pensado que es una joven hermosa, más lista que muchos hombres sabios que he conocido, y con un espíritu valiente e intrépido que me fascina. Sus palabras me hacen recordar nuestro último encuentro. Mis vivencias en tierras sarracenas no han sido precisamente agradables, he perdido mucho, no solo camaradas, sino también parte de mi propia esencia. Puedo notar que soy diferente, que he cambiado. Lo que he visto, lo que me he visto obligado hacer para sobrevivir... desecho estos pensamientos tan rápido como me es posible. Suspiro.
-Si, es cierto, la última vez que nos vimos me despedía para partir más allá del mar mediterráneo, a tierras sarracenas. - camino hasta ella, a una distancia cómoda. - Mi visita, además del hecho de ver a una vieja amiga, tiene que ver con la situación que vive la ciudad en estos tiempos. ¿Que ha pasado? ¿Que es lo que está ocurriendo en Londres?

- En primer lugar espero qur lo de vieja no lo digas por mi. - Bromeo para relajar un poco el ambiente. Hace tanto que no estoy a su lado que ahora me siento nerviosa. - Y en segundo lugar ¿por qué crees que yo se algo de lo que está ocurriendo? Es decir no crees que la guardia podrá resolver tus dudas mejor que yo. - Digo fingiendo inocencia.

- Ambos sabemos muy bien que la guardia no es precisamente... muy competente con sus tareas. Estoy convencido de que sabrás más de lo que sucede en la ciudad que muchos de los guardias. Además, quería conocer tu opinión sobre los rumores que circulan y el malestar general antes de hablar con los oficiales.- Digo mientras observo los libros en el suelo y el pequeño desorden que hay en la pequeña casa de Shira. - ?Otra vez enfrascada en tus lecturas hasta casi perder el conocimiento? ¿Que ha despertado tanto tu atención e interés?

Miro de reojo a Michael algo avergonzada, me conoce bastante bien. - No puedo evitarlo, al menos no cuando en mi opinión se trata de algo de vital importancia - Llevo los platos a la mesa mientras le hago un gesto para que tome asiento - Tienes razón respecto a la guardia, aunque he de admitir que si no fuera así yo no podría... - antes de hablar de más carraspeo y cambio de tema, pero la mirada de Michael hace que me rinda. Suspiro. - Está bien... No es extraño oir rumores de incautos que desaparecen en los bosques, pero desde hace un par de meses cada vez eran más las personas que desaparecían, una de ellas era amiga mía así que indagué un poco sobre que sabía la guardia. Descubrí que la mayoría eran chicas jóvenes y hablaron de un lugar donde encontraron pistas por lo que fui a ese lugar - Tomo un sorbo de agua para tranquilizarme, el recuerdo de aquella escena aun me da escalofríos - Gracias a la incompetencia de los guardias pude colarme sin demasiados problemas. Había velas por toda partes, símbolos extraños en suelo y paredes que parecían estar dibujados con sangre... Por primera vez sentí que no debería haber metido las narices. Aunque ya me conoces. No dejo de pensar en esos símbolos y en su significado, así que estoy intentando averiguarlo - Me encojo de hombros

-¿Que clase de símbolos? ¿Los recuerdas? - digo mientras tomo un poco de la comida que Shira ha preparado. Me pregunto que clase de mente perturbada o ser desquiciado esta secuestrando a chicas jóvenes y asesinándolas con lo que parecen actos de sacrificio, por la descripción que Shira me ha dado. - ¿Recuerdas donde esta ese lugar? Verdaderamente me gustaría echar un vistazo, aunque con guardias en la zona no resultara fácil. - hago una pausa para seguir comiendo un poco más. - En realidad, nada más desembarcar de alta mar, recibí una carta de Lady Michaela para acudir a Londres con la mayor brevedad posible. Quería que la ayudase con la situación que esta atravesando la ciudad, ahora, me doy cuenta de que es más perturbador de lo que dejaron ver sus palabras.

Los recuerdo con total claridad, pero creo que será mejor que los veas. - Voy al lugar donde me encotraba antes de su visita y cojo algunos dibujos esturreados por el suelo - Toma, mira esto. - Digo entragandoselos - No había visto nunca nada parecido. He consultado decenas de libros y manuscritos, algunos de ellos no muy ortodoxos, y no me preguntes como los he conseguido. - Levanto la mano para interrumpir cualquier queja, pregunta o advertencia sobre el tema. Se que se preocupa por mi, pero no pienso dejar de ser yo misma solo porque la gente no lo acepte. - El caso es que sigo en blanco, no consigo avanzar y es algo que me frusta. ¿Por qué no te ayudo con la investigación? Quizas entre los dos consigamos averiguar algo.

Recojo los dibujos y observo los trazos garabateados que Shira a dibujado. Su memoria y su capacidad de observación son asombrosos, casi se podría pensar que sobrenaturales. Por eso los estudio con atención, hay algo vagamente familiar en algunos, pero jamás había visto nada igual. -No voy a juzgarte, aunque ya sabes lo que pienso de esas cosas. - La miro directamente a los ojos. -Aunque he de admitir que me gustaría contar con tu ayuda en esto, no creo que sea lo mejor. Tu misma has dicho que las últimas desapariciones son chichas jóvenes. Además, yo soy un hombre del rey, un caballero, pero tu no posees vinculo alguno con la corona ni la guardia. Solo una mente asombrosa, pero que no sería tenida en estima. Sin duda es una pena, pero yo tampoco quiero que te involucres en esto, parece peligroso, y podrías ser una presa en este asunto.- Me dispongo a levantarme de la mesa y salir de su casa. - Esta vez será mejor que permanezcas al margen Shira.

Es cierto tan solo soy una plebeya con una mente desperdiciada. Estoy acostumbrada a que me menosprecien por mi estatus social o por ser mujer. A los chismorreos, los insultos... tan solo porque quiero aprender, porque no me conformo con lo que se espera de mi, que me case, tenga hijos y dedique mi vida cuidarlos y a complacer a mi esposo. Sin embargo, escuchar esas palabras de él, aún sin pretender ofenderme o hacerme daño, aún sabiendo que lo único que quiere es protegerme. Me hiere, pero guardo esos sentimientos para mí - Tienes razón, parece peligroso. - comienzo a recoger la mesa - Supongo que si llevo una vida normal y tranquila como la que llevaban esas chicas estaré tan a salvo como lo estuvieron ellas, ¿no crees? - Suelto sin pensar y en cuanto lo digo me arrepiento. - Michael, se que te preocupas por mi - digo con una sonrisa amable - se lo que es, yo también estaba muy preocupada por ti, lo he estado desde que te marchaste, pero alejarme o apartarme no es la mejor forma de mantenerme a salvo.

Sabía que Shira no se rendiría ni aceptaría mi consejo fácilmente. Su curiosidad e impulsividad en estos asuntos, en cualquier misterio que se le presente, la empujan a actuar, a no permanecer impasible. Suspiro en mi interior. Se que dejarla al margen será aun peor, ya que eso provocara que tome la iniciativa por su propia cuenta y se ponga aún más en peligro. Me acerco a ella calmadamente y aferro sus manos con suavidad. - Tratare de convencer a Michaela de que podrías ser de ayuda. Pero si la cosa se vuelve demasiado turbia, prométeme que te mantendrás alejada - nuestras miradas se cruzan en una sinfonía cómplice - Si algo llegase a ocurrirte... yo...

No quiero mentirte, no voy a prometer algo que no se si podré cumplir, pero si te prometo que haré todo lo posible por hacerlo. - digo alegre porque haya cambiado de parecer - Soy consciente de lo peligroso que puede ser esto y de que tengo que aprender a no ser tan impulsiva y hacer caso más a menudo, es por eso creo que me vendrá bien hacer esto contigo. - Tras esto me libero de su agarre con delicadeza. Su contacto, su mirada... Siento como mis mejillas comienzan a sonrojase. - Gracias

Observo a Shira unos instantes antes de hablar. - Debo reunirme con Lady Michaela. Creo que dadas las circunstancias, será mejor que me acompañes. De todas formas, ya os conocéis ¿no?- Tras decir esto, me dirijo a la puerta, y abro para salir al exterior, pero antes de abandonar la casa, me aseguro de que Shira va a acompañarme.

Si, ya nos conocemos - le sigo hacia la salida - y no soy una de sus personas favoritas o eso intenta aparentar. - sonrio - Lady Michaela no aprueba todo lo que hago ni como lo hago, pero por muchas reprimendas que me eche también ha evitado muchas veces que tenga problemas.

-Bien, entonces apresurémonos a nuestro encuentro. Tengo curiosidad por saber que va a contarnos en cuanto a lo que sucede en la ciudad. Y cuanto antes abordemos este asunto, antes podremos ponerle fin. - Salgo de casa de Shira, asegurándome de que me acompaña. Me detengo a pocos metros de la entrada, junto a mi caballo. Acaricio su hocico y miro a Shira. - Tendremos que cabalgar juntos, no contaba con que me acompañases y no traje montura para ti.

Asiento mientras le sigo. Es cierto cuanto antes hablemos con lady Michaela antes podremos buscar una solucion a todo esto. Me paro al lado de Michael y su caballo - No pasa nada, seguro que si montamos juntos no terminaré cayendo de bruces al suelo. - Me rio de mi misma imaginando la escena. - Será más seguro llevo tiempo sin montar. - Fue una pena pero tuve que vender el caballo de mi padre hace unos meses, la última cosecha no fue muy buena y la gente tampoco compra tanto como cuando mi padre vivía.

Si decir nada más monto sobre mi caballo y ayudo a Shira a montar sobre el también. Una vez que ambos estamos acomodados, agito las riendas de mi montura para que comience a cabalgar rumbo al lugar donde me he citado con Lady Michaela. Cientos de cuestiones vienen a mi mente mientras atravesamos las calles de la ciudad. Puedo percibir el malestar de la gente, el miedo, el extraño aura de oscuridad que ahoga a la ciudad. ¿Que mal se abre paso por mi ciudad? ¿Quien agita la paz de Londres?