Reuniéndose con Escudoargénteo

Aquí es donde debe continuar el grupo formado por Cian, Rhanloo y Seoni.

Caminamos por las calles de Puerta de Baldur, en dirección a los Tres Viejos Barriles, donde Imbralym Skoond nos ha citado. La compañía de Seoni me es agradable. Esta bastante cerca de mi, y puedo captar su aroma dulce, a naturaleza, flores y esencias aromáticas. Su cuerpo se ha definido bien, sus curvas incitan a perderse en ellas. Su mirada es intensa, su tacto suave. En contra parte, la presencia de Rhanloo es perturbadora. Su piel es excesivamente pálida, sus cabellos blancos, aunque similares a los de Seoni, parecen menos suaves y cuidados. Sus ojos son inquietantes, y su aspecto lo asemeja más a un espectro que a un ser humano.
- Por las indicaciones que nos han facilitado, los Tres Viejos Barriles no debería estar muy lejos.

Camino junto a mis improvisados compañeros. Es evidente que existe algún tipo de relación o vínculo entre ambos, pero al mismo tiempo, algo los empuja a evitarse. Eso es lo que hacen los sentimientos, nublan el juicio, nos vuelven estúpidos. Por suerte pronto llegaremos a nuestro destino, podré entonces, aclarar y resolver ciertas dudas.
- A pocos metros hacía allí. - declaró señalando hacia nuestro destino. - Veamos que tiene que contarnos Imbralym y ese supuesto señor suyo.

Camino en silencio junto a Cian. Iba a aprovechar el camino para hablar con él, no esperaba que Rhanloo decidiera venir con nosotros. Han pasado años desde la última vez que nos vimos y nunca he sentido la necesidad de estar a su lado. En cambio, ahora me siento ansiosa por hablar con él, por saber lo que piensa, por estar a su lado, es extraño pero su compañía me reconforta y más aun después de lo que ha pasado antes en El Amplio.
Al fin llegamos – Sí, tengo ganas de saber de quién se trata y que se supone que es lo que amenaza Puerta de Baldur. – Miro a Cian, no ha cambiado nada, sigue tan atractivo como siempre. Mis ojos se detienen en sus labios para después encontrarse con su mirada, siento un cosquilleo en el estómago. Lo paro un instante – Ya que nos vamos a reunir con el resto mañana… hablaremos esta noche.

Nuestras miradas se cruzan, ¿miraba mis labios? ¿es rubor eso de sus mejillas? Bueno, yo observaba su lunar, ese pequeño y llamativo lunar sobre su labio. Sonrió desde dentro, pensando en la situación. ¿Quien habría dicho que nos encontraríamos así y esto sería así de extraño y...¿mágico?
-Si, hablaremos luego. Entremos.

Apenas espero la reacción de ambos. Parecen más interesados y concentrados en sus asuntos personales y sentimentales que en la causa que nos ha traído hasta aquí. Paso a través de ellos y abro la puerta, entrando en Los Tres Viejos Barriles.