1 Salida de Vaso

Os encontráis en la destilería de Vaso. La carne de Mama Dacrois sigue sabiendo algo amarga y puede que os estéis empezando a aburrirse de comer lo mismo todos los días. Jatzek corretea bobaliconamente tras las espirales que forma el viento cuando barre la yerma superficie del lugar. Merl suele andar cerca de los forasteros, en especial de Elis y Ustayavraisani, quienes resultaron más heridos, mirando fijamente vuestras heridas mientras se lame los labios lacónicamente. Token mantiene las distancias con vosotros; se ha disculpado ya infinidad de veces por el asunto de la bomba que os hizo llevar a la guarida de Herrero y prefiere no cruzarse demasiado a menudo en vuestro camino. El juez Magnus, por último, se ha revelado como el mejor y más prudente conversador de Vaso. No obstante, en los últimos días ha insinuado educadamente que quizás los forasteros deberían empezar a pensar en marcharse. La pobreza de los Dacrois es grande, y mantener alojado a un grupo durante tanto tiempo está agotando sus reservas de alimentos de cara al invierno.
En algún momento tras recuperaros de vuestras heridas, decidís partir rumbo a Horb. Ese día el cielo se revela especialmente gris. Caen algunas pequeñas gotas que se mezclan con el polvo flotante manchando las ropas y las protecciones.
Magnus y los Dacrois os despiden con una solemnidad algo torpe. Incluso Token sale de su nicho para estrechar la mano de cada uno de vosotros. Al llegar al spitaliano, le mira a los ojos y le advierte de que ande con cuidado.

“Ahora hay algún cronista poderoso que os odia. Que nos odia... A todos. Vigilad vuestras espaldas. El Protectorado ya no es un lugar seguro para nadie”.

La estancia en Vaso, aunque tuvimos algunos problemas cuando llegamos, ha sido agradable y tranquila. Nos han tratado con hospitalidad. Me despido de todos deseandoles lo mejor especialmente a Jatzek a quien he llegado a coger cierto cariño.

Tras varios días varados en Vaso, tratando de reponernos de nuestro encuentro con Herrero, por fin ha llegado la hora de proseguir nuestro viaje a Horb. La causa por la que emprendí este viaje, por lo que partí para encontrar a mi hermano. Varios son los que se nos han unido, aunque no somos muchos, espero que al menos sea suficiente para defender Horb del clan de la Cucaracha. Lanzo un último vistazo a Vaso antes de emprender la marcha, esta gente ha sido amable, nos brindaron hospitalidad y comida. Quizás algún día, nuestros pasos vuelvan a traernos a Vaso.
Aferro mi Desplegador y apoyo mi mano en el hombro de mi hermano.
- Debemos emprender la marcha.

Cuando mi hermano me encontró y me pidió que lo acompañase a Horb, una parte de mi quiso negarse. Soy chatarrero, mi vida son los negocios, las ruinas de los antecesores. Pero no podía fallar a mi hermano, acepte acompañarlo. Las personas que encontré en mi camino decidieron acompañarnos también. Mucho he perdido desde entonces, perdí a mi ratona, Nuka, casi perdemos la vida en la trampa que Herrero preparo para los Cronistas. El destino en cambio, ha querido que el y Giada nos acompañen. Observo Vaso, el lugar que nos recibió y trato con amabilidad. Me alegra haber ayudado a esta gente. La mano de mi hermano Frantzer en el hombro me saca de mis pensamientos.
Si, es hora de partir a Horb. Marchemos hermano.

A pesar de la hospitalidad que nos han ofrecido, me alegra dejar Vaso por fin. El hecho de saber que nuestra estancia aquí ha sido en parte por mis heridas me hace sentir mal. Cuanto más tardemos en llegar a Horb más cerca estará el clan de la Cucaracha de conseguir su objetivo y es algo que me gustaría impedir, no solo porque me desagrada la idea de que gente inocente caiga en manos de ese clan despreciable, sino porque Caraescudo ha decidido ayudar y le debo mi vida... y la de Nuka.
Camino junto a mis compañeros perdida en mi sentimiento de culpa.

Vaso ha sido un lugar relativamente agradable. Sus gentes, aunque peculiares, nos han tratado con amabilidad y cortesía, algo que no es habitual en esta época que nos ha tocado vivir. Nuestro encuentro con Herrero y Giada, ha sido intenso, había preparado una trampa bien elaborada para vengarse de sus agravios. Hicimos un buen trabajo, a pesar de no conocernos. Las gentes de Horb, el hogar de Frantzer, podrán respirar aliviadas pronto. Daremos al clan de la Cucaracha una razón para que sus futuras generaciones eviten Horb. Observo a mis compañeros, gente capaz.
- El tiempo no acompaña, pero debemos seguir nuestro camino. Ahí gente que nos espera y reza por nuestra llegada. - Ajusto mi equipo y emprendo la marcha, lanzando una mirada cómplice a Nehesi.

Le sonrio a Elis y me acerco para caminar a su lado. - Qué opinas de los últimos días que hemos pasado en Vaso, han sido agradables ¿no crees? Ojalá hubiese más gente así.

- No se si "agradable es como describiría nuestra estancia aquí. Más bien me ha resultado... "extraña" - aunque es verdad que nos han tratado bien, esta gente me parece rara, peculiar, extraña. Aun así, es cierto que estos días de relativa calma han sido de agradecer. - Pero entiendo a que te refieres. Por desgracia, solo han sido la calma que precede a la tempestad. Las cosas en Horb no serán tan pacíficas.

Las cosas no cambian por si solas, ni tampoco lo hacen de la noche a la mañana. Soy consciente de lo que nos espera en Horb y aunque se que tienes razón en que las cosas no serán pacíficas, no pierdo la fe. Si alguien quiere que las cosas cambien lo harán siempre que no se rinda en su propósito. - Digo con seguridad y esperanza - No sé cuando llegará el día en que las cosas sean así, pero pienso esforzarme por ver ese mundo y se que tu lo verás conmigo.

Escucho con interés la conversación entre Elis y Nehesi. No puedo evitar preguntarme que casualidades han unido a ambos en este viaje. Parecen muy distintos. Ella habla de paz, de una vida imposible, el mundo no cambiará, no de esa forma. Solo los que son conscientes de esto, pueden sobrevivir. ¿Es acertado que nos acompañe? Esta claro que en Horb, las cosas se van a poner feas. El clan de la Cucaracha no hace prisioneros, solo arrasa y toma lo que quiere. ¿Que nos puede aportar esta Anubiana?

Camino junto a mi hermano, parece pensativo, mientras escucha con interés al Anabaptista y la Anubiana sumergidos en una charla filosófica y con discrepancias culturales evidentes. ¿Esta diciendo que las cosas pueden ser cambiadas por individuos como nosotros? Menuda estupidez, si eso fuese posible, Nuka... Mi mirada se posa en Ustayavriasani, siento un punzón en el pecho. Si Nuka no se hubiese acercado a ella, ahora seguiría viva. La muerte de mi ratona pesa sobre esa salvaje, y ella está ahí, impasible, sin remordimientos, sin culpa. Todos los clanes son iguales, al fin y al cabo, actúan sin pensar en las consecuencias.